Eran mis últimos días; eso suponía.
Recuerdo que miraba la llovizna de las siete de la mañana, mientras los otros
esperaban la clase de física. Desde ese lugar donde amanecía con un cielo
nublado escuché que habías entrado. No me lo esperaba; de pronto el peso suave de
tu mano sobre mi hombro y ahora los dos en el salón. Recientemente se descubrió
que, para el cerebro, lo que llamamos instante dura aproximadamente tres
segundos. Y ahora me encuentro tu sonrisa en un anuncio en la autopista y yo
también sonrío. No recuerdo qué me dijiste entonces, que me condujo a salvo de
esos días a estos, en los que encuentro misterios en cualquier lugar.
Un
misterio, por definición, es algo que mientras
mejor lo entiendes más te asombra y te intriga. Un misterio suele
contener otro, de distinta naturaleza.
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