sábado, 2 de enero de 2010

La hipótesis del amor



[Friday, October 14, 20059:57 PM]

Me dejaste pensando en eso de que el amor es una utopía. Imagínate un guisado que todos dicen que es lo mejor que se puede comer, pero que no le sale a nadie. Y se escriben novelas, se hacen películas… y a nadie le sale. Hay tantas recetas para que ahora sí se realice ese amor que sí existe pero que nadie ha podido ver por esta o aquella razón. En los setenta estuvo de moda "El Arte de Amar" de E. Frohm, con sus recetas, que eran las de siempre, pero cocinadas por el psicoanálisis. ¿Le habrá salido alguna vez al Frohm? Su idea era que hay aprender de uno para que le salga el número. La cosa es que si fuera paella, ya empezaríamos a dudar de la existencia de la paella. A mucha gente le sale batida, o salada, o se le cuecen de más los camarones. Pero he comido unas paellas increíbles. En ciencia se tiene que esmerar uno mucho para estar seguro de lo que ve o mide. Pero no se debe uno preocupar demasiado, porque los fenómenos que sí existen salen a relucir tarde o temprano y sobre todo, en todas partes. Ah, muy importante, le sale la receta a unos mejor que a otros, pero todo mundo puede, por ejemplo, ver una célula CD4 o detectar un anticuerpo... cuando existen. Son fenómenos, como dicen, "robustos".

En cambio ¿Dónde quedaron esos ovnis que decían en los años setenta que bajaban a Tres Marías? Si existieran ya alguien los habría vuelto a ver. La peor época de mi vida fue el doctorado, en el que trabajé como desquiciado tratando en vano de replicar un fenómeno de condicionamiento pavloviano de la respuesta inmune. Todos los que lo habían intentado lo reportaban una vez y luego se dedicaban a otra cosa. ¿No que tan interesante? “Si es tan volátil, no podemos esperar que sea importante en la naturaleza o en la salud o ni siquiera existe”, concluí yo.
El amor existe, sin duda, pero si se quiere “estudiar” hay que aceptar que es muy evasivo, muy volátil y muy poco robusto. Y cuando no funciona simplemente es culpa del amor, que es como es. Practicando, evaluando errores, o simplemente imitando se puede llegar a hacer buena paella. ¿Pero a quién imita uno en el amor? El amor es como querer ser organista en México. ¿De quién aprendes?

Pero todos somos buenos imaginándolo. Y todo lo que se ha dicho, escrito, cantado, pintado y hecho por el amor es cierto, tangible y experimentable. Lo que no debemos hacer nunca es dejar de imaginarlo cuando nos va mal. Porque nos sale muy bien imaginado. Empiezo a pensar que el amor es justo eso: sólo lo que experimentamos, y que no tiene caso atormentarnos preguntándonos si existe objetivamente, como si fuera un fenómeno biológico. Bien que debe tener sus rimas y consonancias en una biología subyacente; algo ha estudiado la ciencia, pero esto es irrelevante: el amor es una experiencia humana; un fenómeno que emerge de una serie de realidades objetivas con su historia biológica o sociológica, cada una de las cuales no lo sustituye.

Hay fenómenos tan endebles biológicamente que no vale la pena estudiarlos aunque existan sin duda. Y por muy reales, no han generado las obras y experiencias humanas que la idea del amor ha engendrado, exista o no. Así es que vale más la pena dedicarle trabajo al segundo que a algunos objetos medibles, detectables.

Respuesta a una carta de Juan Pablo Sandoval,
Cleveland, Ohio, EUA, jueves 13 de octubre de 2005 9:36 PM

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