Douglas Rushkoff (Fragmento de su respuesta a El Nuevo Humanismo)
Aquí entra la ciencia; y con ella, una inocente, querida y olvidada admiración. La ciencia no es el poder que corrompe nuestra naturaleza, sino la maravillosa amplitud de visión que nos devuelve a ella. En nuestra cultura del narcisismo, le damos la bienvenida, porque finalmente estamos lo bastante aburridos de nosotros mismos como para interesarnos en algo real. Suspiramos por dejar atrás nuestra estudiada pretenciosidad y rendirnos a esa sensación que tiene un niño cuando está…en un planetario.
Uno se queda boquiabierto, con los ojos de par en par, y la mente se abre.
Wow... El famoso awe! La experiencia científica que nos da la ciencia, y que necesariamente pasa a través de la razón.
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