sábado, 2 de enero de 2010

Música y soledad en el Midwest (Carta de un inmunólogo a un músico)



¿Cómo estás?

Esta semana hice mi primer experimento completo, con el orgullo de estrenar un equipazo que les llegó a éstos, siendo el único que sabía usarlo. Para más ciencia ficción, usa tres rayos láser para dar información sobre las células que le metas. Y luego te estás semanas enteras analizando esa información. Ya te contaré si sale algo interesante; es decir, algo que inspire (en nuestros términos) o algo que conteste una pregunta (en términos científicos).

La música para un cantante aficionado de la Ciudad de México:
Este jueves tocó la Orquesta de Cleveland una maravilla: la Sinfonía Turangalila de Messiaen. Desde que conocí el Cuarteto para el Fin de los Tiempos en un concierto al que me llevaste hace como N años, me atrapó Messiaen. En esta sinfonía se usan ondas Martenot. Ese instrumento es ante todo un cotorreo. La mujer que lo sobaba (porque no se toca, se soba) me recordó lo que decías tu antiguo oficio de tocar la celesta: que no te pagaban por tocar, sino por contar compases. Qué música tan buena y qué bien tocada. Y de remate hoy un recital de órgano en el que también hubo Messiaen: tres piezas del Livre du Saint Sacrement.

Me divertí descubriendo la CAT's Urban Art Station, por accidente, durante mi primer lunes en esta ciudad. En una esquina que los gringos (blancos) se han de morir de ganas de derribar y que de hecho se ve medio abandonada y sucia, y entre olor a pipi, me llamó la atención un edificio mucho más interesante que los opresivos edificios con fachada de ladrillo amarillo y vidrios polarizados que aparecen en toda la extensión de este país. Y me llamó la atención el plafón interior tipo casa de la Colonia Roma. La negra Margaret Ford-Taylor me recibió muy efusivamente (me dio un inesperado efusivo abrazo de bienvenida) y me enseñó su lugar. Su idea es que la gente [se debió referir a la gente negra] que no ha tenido oportunidad, pero tiene muchas ganas, haga teatro. Y van a empezar una "piano & Vocalist VIP Night of Delight", que se va a tratar de juntarse a cantar acompañados por un pianista.

Creo que habría estado mejor que el coro al que fui y no regresé. Ese coro, de iglesia, no tenia mal repertorio, pero me dio horror la idea de cantar sólo en servicios religiosos, y poner esa música tan a la carrera; no saborearla. También me dieron pereza algunas piezas contemporáneas cuyo único chiste era ser raras y difíciles. Escuchar a Messiaen sólo reforzó mi impresión de que todos esos compositores que sólo aportan dificultades espurias son como esa gente que sólo se acerca para quejarse. El siglo XX está lleno de ellos. Por lo menos había más vida en esa Urban Art Station que en los coros industriosos de iglesia poniendo música a destajo, y que en los bonitos pero vacíos parques de esta área. A la mera fui sólo a los parques; no soy antropólogo.

La soledad:

La ciudad, tan gringa como te la puedas imaginar. Ese paisaje de estacionamientos, parchado de áreas de edificios tan modernos como tristes, muchos de un ladrillo amarillo que me es opresivo. A esto añade la miseria de los negros. No son tan pobres como los pobres de México, para nada, pero cualquier mexicano pobre tiene muchas más cosas que esta gente. Me refiero a que perdieron TODO durante el tiempo que fueron esclavos. No les queda casi nada de su cultura africana original y no se identifican con la cultura típica gringa (blanca). Ni un guisado típico (un cabrito africano, un equivalente de mole o enchilada, una deidad). No son una cultura de descendientes de africanos, son una cultura de descendientes americanos de esclavos, que arrastran ese pasado como nosotros cargamos siglos de caos, abuso, diferencias, desesperanza, etc.

La comparación con Europa me fue inevitable. Frente al lago Erie pensaba “si esto fuera Düsseldorf, media ciudad estaría paseando, patinando, andando en bicicleta o simplemente tomando cerveza a la orilla del lago.” Mientras pensaba me di cuenta de que los únicos otros seres humanos que había alrededor hablaban en alemán. Resultaron ser unos visitantes nada menos que de Düsseldorf. Supongo que otras partes de la orilla del lago tendrán más gente. He visto fotos de gente que se junta para velear en el verano. Pero lo que no vi fue gente PASEANDO. De repente alguna madre con su hijo (negros) que llegaron un ratito y se fueron. Imaginé que ese parque frente al lago era el sitio de los solitarios: madres solteras y visitantes extranjeros, por ejemplo: Loners or Strangers Only, Thank You.

Tengo cerca la Cleveland Cinématheque, que pasa películas interesantes a un auditorio con unas 50 personas, pero con capacidad para 600 (es decir, a un auditorio vacío). La Cineteca es un mercado, en comparación. Lucho por no exigirme más de 50 horas a la semana de trabajo, pues ya no me protege el horario alemán que me obligaba a tener verdaderos fines de semana (de nuevo la comparación con Alemania). Me tomo mi vino tinto con la cena porque acá el vino francés es barato y bueno, pero también con el pretexto de la salud. La Newsweek de hoy insiste en el tema de que el alcoholito diario es lo máximo (tanto joderse con su mojigata ley seca, que sólo generó crimen; vas a ver que el mismo cambio ocurrirá con la mota). Ah, y Newsweek dice que la soledad mata.

Un fuerte abrazo

A Juan Pablo Sandoval
Cleveland, Ohio, EUA, domingo 2 de octubre de 2005 7:57 pm

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