La mirada del que escucha incide
en la cara del que cuenta.
El que cuenta mira su historia,
mira hacia otra parte que no vemos
donde las cosas ocurren.
El brazo extendido del que escucha
termina en su mano sobre el hombro del que cuenta.
Una paz que no es,
sino proviene.
Tal vez de una banca de parque
donde alguien cuenta y alguien escucha.
Una paz que incide.
Como esa mirada y como esa luz de tarde
y como el tiempo que marcan.
No tendría nada que decir de una tarde apacible de viernes,
de un camellón y una banca y unos novios,
salvo que son dos hombres
y treinta años que han pasado
me muestran todo lo que proviene, fluye, incide.
¿Dónde ocurren las cosas?
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